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¿Sabemos escuchar los periodistas?

Por Aldara Martitegui, cofundadora de The Self-Investigation

En la Comunidad de Agentes de Bienestar que iniciamos a finales de 2023 trabajamos juntos para romper algunas inercias y automatismos que hacen que nuestro día a día en las redacciones sea muy difícil y desafiante. Tenemos una profesión de altísimo riesgo para nuestra salud mental. Somos un colectivo muy vulnerable: estrés, ansiedad, fatiga, depresión, trauma vicario. Compartimos mucho sufrimiento y, sin embargo, muchos de nosotros nos sentimos completamente solos. ¿Cómo puede ser esto posible?, ¿cómo podemos compartir tanto y a la vez estar tal alejados unos de otros?

En The Self-Investigation nos preguntamos constantemente qué podemos hacer para establecer vínculos significativos entre nosotros porque sabemos que la calidad de esos vínculos impacta directamente en nuestro bienestar y nuestro bienestar repercute a su vez en la calidad de nuestro trabajo. “Para hacer buen periodismo necesitamos cuidar a los periodistas”, dice uno de nuestros lemas.

Con el fin de crear o fortalecer esos vínculos de calidad, hace unos meses las personas que forman parte de la Comunidad de Agentes de Bienestar realizaron un ejercicio de escucha activa por parejas. Les propusimos que durante 3 minutos escucharan a su compañero o compañera hablar sobre la situación que en esos momentos le estaba causando más malestar en su trabajo. La única indicación que recibieron fue que en ningún momento de esos 3 minutos podían interrumpir al compañero o compañera y que al terminar de escuchar tenían que tratar de reproducir lo que acababan de escuchar. Es decir, se tenían que limitar a parafrasear lo que habían escuchado: sin juicios, sin opiniones ni sugerencias, sin “pues yo en tu lugar haría tal o cual cosa”, sin tratar de dar una solución. Solo parafrasear.

Al poco tiempo de recibir estas indicaciones, uno de los miembros de la Comunidad de Agentes de Bienestar nos preguntó lo siguiente: 

En la escucha activa ¿por qué no debemos sugerir u opinar sobre el caso que se escucha? Digo: hay momentos en los que dan ganas de sugerir algo, como procedimientos, formas o maneras de actuar

La respuesta que le dimos desde The Self-Investigation y que compartimos en su día con el resto de la comunidad resultó ser un texto muy clarificador sobre el verdadero sentido de este ejercicio y, por extensión, de la conocida como ‘escucha activa’: una práctica muy necesaria en estos tiempos en los que la conectividad y la soledad conviven paradójicamente en el mismo instante. 

Por qué deberíamos practicar la escucha activa

El ejercicio de escucha activa es justo eso: un ejercicio de escucha con el que tratamos de entrenar concretamente esta habilidad que normalmente no nos permitimos practicar precisamente porque ese impulso que sentimos muchas veces de opinar, dar feedback al otro, sugerir maneras de actuar, aconsejar (que efectivamente no tiene nada de malo), nos saca de la escucha al otro; nos saca de tener la atención sobre la realidad del otro y nos lleva a colocar de nuevo la atención sobre nosotros. 

Y ahí hay un intervalo de tiempo casi imperceptible en el que ya no estamos tratando de entender la realidad del otro, sino traduciendo la experiencia del otro a nuestro propio lenguaje. En ese tiempo, aunque no nos demos cuenta, dejamos de escuchar al otro y, por tanto, perdemos la conexión con él o ella.

Lo que buscamos con este ejercicio es que los y las participantes, tanto el que habla como el que escucha, perciban la conexión que surge con el otro cuando se sienten escuchados y validados. No buscamos practicar para ser buenos consejeros, sino para que nuestro interlocutor se sienta conectado con nosotros. Esa conexión es terapéutica…mucho más terapéutica que cualquier consejo, idea o sugerencia que queramos trasladar a nuestro interlocutor. 

Después de muchos años acompañando a cientos de personas como coach, si algo he aprendido es que la mayoría de las veces las personas no nos cuentan su malestar porque quieran un consejo. De hecho, las personas saben muy bien lo que necesitan, hay una gran sabiduría dentro de todos nosotros. Lo que las personas necesitamos es verbalizar, porque en ese verbalizar elaboramos nuestras problemáticas y conflictos y descubrimos las soluciones que ya teníamos dentro. Por eso es tan importante entrenarnos en la escucha, porque el objetivo es dejar a las personas ese espacio de verbalización, es entrenarnos para aprender a darnos cuenta del momento en surge en nosotros el impulso o necesidad de intervenir, es entrenarnos para frenar ese impulso y solo dar consejo cuando el otro nos lo pida.

Practicar este ejercicio no significa que siempre tengamos que conversar de esta manera, por supuesto que no. El ejercicio es una práctica para entrenar una parte concreta de la conversación. Es como si en el entrenamiento del deporte del basket estuviéramos entrenando el lanzamiento a canasta. El lanzamiento no es el basket en su totalidad, es solo una parte, pero es fundamental y hay que entrenarla: algunas veces de manera aislada.

Obviamente, siguiendo con esta metáfora del basket, las conversaciones que tenemos en la vida real son más parecidas a un partido de basket que al entrenamiento específico del lanzamiento a canasta (que es lo que hacemos metafóricamente con este ejercicio de escucha activa). Pero cualquier jugador y amante de este deporte sabe que sin tiros a canasta encestados no hay basket. Por la misma lógica, sin escucha no hay conversación: siempre y cuando entendamos que una conversación es un espacio de conexión entre dos o más personas y no una sucesión de monólogos.

 

Si quieres saber más sobre por qué creamos la Comunidad de Agentes de Bienestar, lee este post.

 


Foto de Christina @ wocintechchat.com en Unsplash

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